
Me gustaría ser ese espejo en el que te miras día a día,
y así poder verte exactamente como eres,
y no como quieres que te vean.
Verte sin una sola gota de maquillaje
dañando tu aceitunada piel.
Verte recién levantada de la cama,
con los ojos llenos de lagañas
y con una pizca de olor a noche
en el aliento.
Verte con el cabello enmarañado, desaliñado y grasoso,
poblado de ondulaciones
—cual selva virgen—,
antes de ser arrasado por el peine.
Verte en ropa interior, y sin ella;
ver las pecas que solo unos pocos han visto
y esos lunares que ni siquiera el sol conoce...,
y que yo muero por conocer.
Verte así, pequeña,
como Dios te trajo al mundo.
Verte vestida de ti misma.
Verte siendo humana;
siendo imperfectamente perfecta.
Tal como eres.
Observar en silencio
cuando lloras y contigo misma hablas,
cuando te acurrucas en la cama, sonríes
y a solas cantas...
¿Y por qué no?
Enamorarme
de esas malas mañas
que seguro has de tener.
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